domingo, 4 de noviembre de 2012

De esas cosas que uno se acuerda

No levantaba mucho la mirada. no porque encontrara una extraña fascinación en los cuadros de mi uniforme, o llevara un cordón desatado, sino por el reto que representaba el caminar de la mano de mi madre entre el mar de piernas que era la Avenida Oriental un viernes en la tarde.

La pastelería quedaba al lado del banco. Allí, entre las fragancias a pastel de queso, milhojas y arequipe esperábamos el bus de regreso a casa,bajo la grave advertencia materna de no acercarme a las púas que adornaban la ventana del banco, sucias y filosas.

Sin alzar la mirada del suelo, apoyé las manos en el muro, impulsándome para sentarme en él. Sin embargo, justo cuando ya alcanzaba, un tirón en brazo me anunció la llegada del bus. Pasé bajo la registradora, como de costumbre, y cuando alcé la vista me crucé con la expresión aterrorizada de una señora, la mirada fija en la camisa blanca de mi uniforme.

Me había equivocado de ventana, las largas púas del banco habían roto mi piel y ahora tenía que decirle a mi madre que había arruinado otra camisa.

miércoles, 1 de agosto de 2012

Golpe de Estado

No puedo más. Día tras día la injusticia se agrava bajo el reinado del Dictador. Me corroe las entrañas el verlo allí, sentado bajo las anchas hojas, croando todo el día vanagloriándose de su poder para atraer la lluvia. Sapo del demonio.

Si tan sólo se limitara a controlar el clima. Pero no. Su hambre insaciable exige el sacrificio constante de amigos, vecinos y familiares. Doña chicharra, que por las noches nos regalaba las historias de su juventud, desapareció enrollada por su lengua viscosa hace dos días. Ayer, mi amigo libélula fue el tributo.

Hoy me toca a mí. Al despuntar el día me convocaron sus emisarios, decreto en mano, aún con el olor de la rosa de la que fue arrancado. "Su Eminencia, Protector del Jardín, Escoria de las Lombrices, el Amadísimo Sapo, convoca a audiencia al Grillo, para que con su sacrificio desinteresado done su vida para el advenimiento de la lluvia sagrada."

¿Sacrificio? ¿Desinteresado? No. Yo no. No pienso entregarle mi vida a ese tirano sin antes marcar en su rostro lo que pienso de él y su falsa magia. No he olvidado cómo el sacrificio de mi madre fue en vano pues no llovió ni una gota. "Le faltó fe", dijeron. Ahora van a ver lo que diré yo.

Ayer encontré un escudo metálico, de esos que usan los gigantes para proteger su néctar. Hace dos días, una lanza rota que antes protegió esos pétalos gigantes donde ellos escriben. He entrenado todo el día y toda la noche. Estoy listo. Hoy acaba el reinado del tirano.